miércoles, 9 de mayo de 2012

Mercenarios en la historia europea

 Mercenarios en la época clásica Durante la época clásica muchos mercenarios griegos lucharon en las guerras para el Imperio persa, por ejemplo:

Jerjes I, rey de Persia que invadió Grecia en 484 a. C., empleó a mercenarios griegos.
El más recordado es Demarato, por su advertencia a Jerjes de no subestimar a los espartanos antes de la batalla de las Termópilas.

(Demarato fue uno de los reyes de Esparta desde el 515 hasta el 491 a. C. Pertenecía a la dinastía de los Euripóntidas y sucedió a su padre Aristón. Como rey es conocido principalmente por su oposición a su colega, el otro rey de Esparta, el Agíadas Cleómenes I.
Según Heródoto, antes de la batalla de las Termópilas conminó al rey persa a no subestimar a los espartanos y le expuso las características de su pueblo. Se trata de un pasaje de gran importancia para conocer las costumbres e instituciones de Esparta.
De acuerdo con algunos autores, Demarato fue condenado a muerte por haber advertido a las ciudades griegas de la invasión persa.)

En la Anábasis, Jenofonte relata cómo Ciro el Joven reclutó a un gran ejército de mercenarios griegos (los «Diez mil») en 401 a. C. para arrebatar el trono de Persia a su hermano, Artajerjes II. A pesar de que este ejército obtuvo la victoria en la batalla de Cunaxa, Ciro murió en el combate y toda la expedición se encontró perdida. Aislados y muy adentrados en territorio enemigo, el general espartano Clearco y muchos de los otros generales griegos fueron asesinados poco más tarde a traición por orden de Artajerjes. Jenofonte desempeñó un papel fundamental al alentar al ejército griego de los «Diez mil» para que marcharan hacia el norte hacia el Mar Negro, en una lucha épica durante su retirada.

Memnón de Rodas (380 a. C. - 333 a. C.) fue el comandante de los mercenarios griegos que luchaban para el rey persa Darío III cuando Alejandro Magno de Macedonia invadió Persia en 334 a. C. y venció a los persas en la Batalla del Gránico. Alejandro empleaba también a mercenarios griegos durante sus campañas. Eran éstos unos hombres que luchaban directamente para él, y no como el resto de las unidades de su ejército que procedían de las polis griegas.

(Memnón de Rodas (hacia el 380 a. C.-333 a. C.), mercenario griego al servicio primero del sátrapa persa de la Frigia Helespóntica Artabazo II, y posteriormente adversario de Alejandro Magno.


Cartago contrató a pastores de las Islas Baleares como lanzadores de honda durante las Guerras Púnicas contra Roma .
La amplia mayoría de los militares cartagineses eran mercenarios, a excepción de los altos oficiales, la marina y la guardia de palacio.

Los miembros de las tribus independientes tracias, como los «Bessi» y «Dii», se unieron con frecuencia a ejércitos mayores como mercenarios.

Los mamertinos (o hijos de Marte), fueron mercenarios italianos empleados por los reyes griegos de Siracusa hasta el final de las Guerras Púnicas.

En los últimos tiempos del Imperio romano, los emperadores y los generales tuvieron cada vez más dificultades para reclutar unidades militares a partir de la ciudadanía por diversas razones: falta de mano de obra, falta del tiempo necesario para el entrenamiento, carencias materiales e, inevitablemente, consideraciones políticas. Por lo tanto, a finales del siglo IV, el Imperio comenzó a contratar bandas completas de bárbaros ya fuera dentro de las legiones o como federaciones autónomas. Los bárbaros fueron romanizados, y los veteranos supervivientes se establecieron en áreas que requerían ser repobladas.

 La Guardia varega del Imperio romano del Este, también conocido como Imperio bizantino, es la unidad más conocida formada por mercenarios bárbaros.
La Guardia varega era la guardia personal de los emperadores bizantinos, de procedencia nórdica (durante los siglos X y XI) tras los acuerdos alcanzados entre el Príncipe Vladímir I de Kiev y Basilio II de Bizancio)

 Mercenarios en las guerras medievales

Los emperadores bizantinos continuaron la antigua práctica romana de contratar contingentes extranjeros para la defensa del Imperio. En 1071, por ejemplo, el emperador Romano IV lideró una campaña contra los turcos selyúcidas de Iconio. Según el musulmán Imad ad-Din (siglo XII) y otros cronistas contemporáneos a Romano IV, el ejército, de unos 100.000 hombres, estaba compuesto por romanos (bizantinos), rusos, kázaros, alanos, cumanos, georgianos, armenios, germanos, normandos, godos de Crimea, patzinakos y búlgaros. La mayor parte de las tropas propiamente bizantinas provenían de los themas (legiones) de la mitad oriental del Imperio, con refuerzos de la Guardia Varega y de los Tagmata (los regimientos de élite acantonados en Constantinopla).
Bizancio fue también la creadora de uno de los más célebres cuerpos mercenarios, la Guardia varega. Su origen se remonta a un tributo de hombres que enviaba el soberano de Kíev al Emperador bizantino. Con Alejo I Comneno, fue disuelta la vieja guardia del Palacio Imperial, los Excubitores, y en su lugar colocó a la Guardia varega. Éstos acudían de entre los pueblos más belicosos, de los cuales los varegos (vikingos) y los anglo-sajones eran los más comunes, aunque también había alemanes, teutones, normandos, escoceses y toda clase de gente del norte. Como esta guardia no tenía vínculos con la población griega, era de suponer que sería más eficaz a la hora de aplastar cualquier rebelión. Uno de sus más famosos integrantes fue el que posteriormente sería el rey Harald III de Noruega, también conocido como Harald Hardrada, que llegó a Constantinopla en 1035, donde se alistó a la Guardia Varega. Participó en dieciocho batallas y fue nombrado «Akolouthós», comandante de la Guardia, antes de regresar a su país en 1043.
Murió en la Batalla de Stamford Bridge en 1066, donde su ejército fue derrotado por un ejército anglosajón comandado por el rey Harold Godwinson, en las guerras que enfrentaron a este último con Hardrada y con Guillermo de Normandía, llamado el Conquistador.
En Italia, el condottiero era un jefe militar que ofrecía sus tropas, los condottieri, al servicio de las ciudades-estado.
Durante la época de los Reinos de Taifas en Al-Ándalus, los caballeros cristianos como El Cid podían luchar para algunos gobernantes musulmanes contra sus enemigos, ya fueran éstos cristianos o musulmanes.
Los Almogávares fueron mercenarios aragoneses, catalanes y navarros, preferentemente provenientes de los Pirineos, que lucharon para la corona de Aragón, aunque a principios del siglo XIV se formó la Gran Compañía Catalana, integrada por más de 8.000 almogávares al mando de Roger de Flor, Berenguer de Entenza y Bernardo de Rocafort, para auxiliar al Imperio bizantino. Roger de Flor obtuvo grandes victorias en Asia Menor, destacando la Batalla de Filadelfia, y llegó hasta las Puertas de Hierro, en los Montes Tauro, en Armenia. Tras el éxito de la Compañía Catalana, el emperador nombró Megaduque del Imperio a De Flor, y poco más tarde, César del Imperio, la tercera dignidad en importancia de Bizancio. Este éxito despertó el recelo de Miguel IX, co-emperador e hijo del emperador Andrónico II. Tras el asesinato de Roger de Flor en Adrianópolis por orden de Miguel IX, la compañía de almogávares, apostada en Galípoli saqueó gran parte de Tracia y Macedonia, aunque sin acercarse a la inexpugnable Constantinopla, y posteriormente lucharon al servicio de varios nobles francos de Grecia, hasta que se negaron a pagarles, por lo que los almogávares tomaron, en venganza, los ducados de Atenas y Neopatria, donde la bandera de la Corona de Aragón ondearía durante los siguientes 70 años.
Durante la Baja Edad Media se formaron compañías libres, que eran realmente compañías de tropas mercenarias. Las naciones-estado no poseían los recursos necesarios para mantener fuerzas permanentes, por lo que tendían a alquilar los servicios de estas compañías para servir en sus ejércitos en los tiempos de guerra. Este tipo de compañías tuvieron su origen al final de los periodos de conflictos, cuando los hombres de armas ya no eran requeridos por sus respectivos gobiernos. Los soldados veteranos buscaban entonces otras formas de empleo, generalmente convirtiéndose en mercenarios. Las compañías libres se especializarían normalmente en formas de combate que requerían largos periodos de entrenamiento que no serían factibles por parte de las milicias movilizadas. La Compañía Blanca, comandada por Sir John Hawkwood, es la más conocida de este tipo de compañías en el siglo XIV. El galés Owain Lawgoch («Owain de la Mano Roja») formó un compañía libre y luchó para los franceses contra los ingleses durante la Guerra de los Cien Años, antes de ser asesinado por un escocés de nombre Jon Lamb, a las órdenes de la corona inglesa en 1378, durante el sitio de Mortagne.

 Mercenarios en la Época Moderna

Los mercenarios suizos eran buscados durante la segunda mitad del siglo XV por ser una fuerza de combate especialmente efectiva, hasta que sus algo rígidas formaciones de batalla se hicieron vulnerables a los arcabuces y a la artillería que se desarrolló en este periodo.
Fue entonces cuando los lansquenetes europeos, coloridos mercenarios con reputación de irreductibles, tomaron el testigo a las fuerzas suizas y se convirtieron en la fuerza más formidable de finales del siglo XV y a lo largo del siglo XVI, siendo contratados por todas las potencias en Europa y luchando frecuentemente en bandos opuestos.
Santo Tomás Moro, en su Utopía, abogaba por el uso preferente de mercenarios en lugar de los ciudadanos. Los mercenarios bárbaros empleados por Utopía estaban inspirados en los mercenarios suizos.
Aproximadamente en el mismo periodo, Nicolás Maquiavelo argumentaba contra el uso de ejércitos de mercenarios en su obra maestra, «El Príncipe». Su razonamiento era que la única motivación del mercenario era su paga, por lo que este tipo de soldados no estaría dispuesto a correr el tipo de riesgos que podrían dar la vuelta a una batalla pero que podrían costarle la vida. Él creía, lógicamente, que los ciudadanos con un apego real a su nación estarían más motivados para defenderla, lo que les convertiría en mucho mejores soldados.
La carrera del rodio Memnón como líder mercenario estuvo ligada al principio con la de su hermano Mentor. Ambos sirvieron al sátrapa persa de la Frigia Helespóntica, Artabazo II. Por razones desconocidas, Artabazo se rebeló en el 358 a. C. contra su rey, el aqueménida Artajerjes III. Memnón y su hermano Mentor estaban al frente del ejército rebelde. A modo de alianza, Artabazo tomó por esposa a la hermana de los rodios, y Mentor a su vez, se casó con la hija de Artabazo, Barsine. Este matrimonio no se consumó aún, ya que Barsine era todavía muy joven. Los dos rodios recibieron también tierras en la Tróade.)

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